"Morocho" Rodríguez en Ciudad Bolívar
n Mi anunciado retiro del boxeo es relativo, pues es
probable que continúe representando a mi país en los grandes acontecimientos olímpicos
n Morocho fue entrevistado junto
con su novia, una linda aeromoza valenciana que trabaja para Aeropostal.
Ciudad Bolívar, 17.10.68 (Especial).
Me ha resultado más fácil
entrevistar al Presidente de la República que al ídolo nacional Francisco Morocho Rodríguez, no obstante que su guardia la deja, junto con los guantes, colgada en el
ring. El problema es que a Morochito lo asedian las mujeres y los hombres que
admiran la reciedumbre de sus puños.
Las mujeres quieren
besarlo, que les dé su autógrafo o bailar con
él, mientras que los hombres sólo quieren estrechar la mano y admirar de muy cerca al "pequeño
gigante cumanés".
Desde las cinco y media de
la tarde de ayer hasta las once de la
noche buscamos el momento más libre y
oportuno para Ilegar hasta el campeón y hacerle algunas preguntas para
el periódico; sin embargo, cada pregunta
suelta lanzada tuvo una interrupción aproximada de cinco minutos. Ni la ayuda gentil de su flamante novia, una linda
aeromoza, nos pudo evitar las desesperantes interrupciones.
Al fin, tirado el anzuelo,
fuimos pescando en medio del asedio
de los circunstantes, en medio de la aglomeración, del bullicio de la gente,
del ritmo del conjunto que animó la fiesta y del
cocktail de camarones que sirvieron de
primero en la cena.
—Morocho, ahora que has anunciado
tu retiro del boxeo, ¿quién crees que será tu
sucesor?
Piensa y tira con la misma
ligereza de sus puños y atravesando la sonrisa de su novia que me separa de
él, contesta:
—Realmente creo que todavía no ha nacido mi sucesor.
Además, mi anunciado retiro del boxeo es relativo, pues es probable
que continúe representando a mi país en los grandes acontecimientos olímpicos.
—Entonces ¿qué es por fin?
¿Te retiras o no te retiras? ¿No será que
has sido mal entendido cuando
quieren decir que no darás el salto al profesional?
Morocho trata de darme
unas palmadas en el hombro diciendo:
—Eso es. No quiero ser profesional, sino un símbolo, pero
no un símbolo estático sino activo dentro del boxeo amateur peleando a cada rato, sino
que me prepararé cuando sea necesario representar a mi país en un evento
internacional de importancia. Así se lo he prometido a mi madre, quien se
mortifica por mí cada vez que me encuentro entre las cuerdas.
—Muy bien, Morocho, ¿pero qué piensa hacer mientras tanto?
—Pienso trabajar y alternar mi trabajo con un curso de mecánica. -
—¿,Trabajar
qué y dónde? —No sé todavía. Tengo que esperar hasta enero porque me han
hecho
muchos ofrecimientos que seguramente no cristalizarán hasta esa fecha.
Morocho
desvía la atención hacia el doctor Francisco Tepedino Albertini, Gobernador Encargado, que está
sentado a su derecha, al tiempo que llegan
otras personas para saludarlo. Mientras tanto el corresponsal habla con
la joven morena vestida de blanco que está con la sonrisa fresca sentada al lado del atleta,.
—Y, usted señorita,
perdone, ¿es la novia del Morocho? —Sonríe
y de sus labios se desprende un
"si" sugestivo. —Por favor, ¿puede dar su nombre?
—Rosario González. Soy aeromoza de Aeropostal.
—¿Es
imprudente preguntarle la
edad?
—No.
Tengo 21 años. —¿Tiene mucho tiempo conociendo al Morocho?
—Desde
que somos novios. Hace creo que tres meses. Nos conocimos durante el vuelo 3118 Maiquetía-Cumaná-Porlamar.
El
Morocho se da cuenta de la conversación y sentencia a su prometida con una mirada.
—Estoy
conociendo a tu novia, Morocho.
Mi novia! dice el Morocho
fingiendo una sorpresa tímida. Luego hace
un gesto basculante con la mano y
agrega: —ahí, ahí.
Rosario no se disgusta y
el corresponsal prosigue las preguntas al campeón.
—¿A quién le debes el
título que ahora posees?
—A nadie. A mi mismo, A mi dedicación y esfuerzo.
—¿Quién ha sido tu mejor consejero?
—No lo conozco.
—¿Qué opinas del deporte en Venezuela?
—En términos generales es bueno, destacándose más el boxeo. El
boxeo está dando valores que si se orientan bien, se cuidan y
conservan, darán muchas glorias a Venezuela.
—¿Cuál
es tu lado flaco en el boxeo?
—No ha sido descubierto todavía.
—¿Tu mayor dificultad durante las Olimpíadas?
—Haber
tenido que pasar cinco días
de hambre tratando de rebajar cinco kilos de
peso. —¿Que piensas de Ciudad Bolívar.
—arEs
una ciudad muy linda y de
gente acogedora. Estoy agradecido de sus
tributos y me consuela saber que la primera vez que vine a una
exhibición fui objeto también de una manifestación de aprecio que ahora se ha
multiplicado. Creo que la próxima vez me
sentiré más pequeño de lo que soy
ante la grandeza del corazón de
este pueblo.
—Perdóname, Morocho, que te haga esta pregunta; pero veo
en mi contacto
diario con la ciudanía que ella está
interesada en saber ¿por quién vas a votar?
Morocho
hizo un movimiento de
desagrado con la cabeza y respondió:
—Nunca
he sido político. Estoy conociendo
de eso ahora. Eres el primer periodista que me
hace esa pregunta,
Y Morocho, visiblemente disgustado,
aunque se concilió después con el periodista, cortó la entrevista
definitivamente y se fue a bailar con una linda jovencita que lo invitó sin pedir la anuencia de su novia.
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