Ciudad Bolívar, 17.03.68
(Especial).
Ayer tarde murió en esta ciudad, Alejandro Vargas, cantor de la tierra
guayanesa.
Murió a la edad de 76 años, víctima de la desnutrición que
degeneró en artritis aguda.
A pesar de su dolencia y de su edad, no le faltó fuerza y valor para
despedir el último diciembre de su existencia con su "Casta Paloma", el aguinaldo
popularizado en Venezuela y cantado fuera de ella por el Quinteto Contrapunto.
Alejandro Vargas estuvo muy ligado al arte folklórico de su tierra. Fue
autor de innumerables valses, pasajes, joropos, guasas, merengues y aguinaldos,
de arraigada tradición en el repertorio de comparsas y parrandas de la
región.
El vals "Margarita", que compuso para la novia de Felipe Maita,
amigo suyo, es trozo nunca dejado de lado por los serenateros. Igualmente el
joropo Guacharaca, nunca deja de oírse en cada jolgorio campesino. 'Elenita
Morales" fue una de sus últimas composiciones. Se trata de un vals
dedicado a Elena I, Reina del Carnaval en 1964. Pero la pieza que realmente
dio renombre a esta figura del folklore guayanés fue "Casta Paloma".
El "Negro" Alejandro Vargas, como popularmente se le conoció,
era natural de esta ciudad. Nació en La Capotera y se creó en el barrio Los Culíes el 17 de noviembre de 1892. Era hijo de Julia Vargas, una valiente señora
que murió en Barcelona a la edad de 102 años.
Su padre fue Luis Baptista albañil de la isla de Trinidad que estuvo en
esta ciudad dirigiendo los trabajos del dique construido en La Carioca para atajar
las aguas del Orinoco y de la Laguna del Medio.
Alejandro Vargas sobrevivió a tres de sus únicos hermanos y prolongó la
generación con cuatro varones y dos hembras. Nunca estuvo en la escuela, por
lo que murió analfabeto
La música lo rescató de la pobreza del campo y le facilitó una
existencia menos espinosa en la ciudad, pero no supo aprovecharla. Durante su
juventud llevó
una vida de bohemio llegando a perder el tesoro de una voz que todo el
mundo aplaudía y solicitaba. Luego se dedicó a la composición y
con el resto de voz que le quedaba continuó hasta ayer alegrando fiestas y comparsas.
Las noches de su mayoría de edad como trovador agonizaron más de una vez en su
guitarra inseparable.
Valores de nuestra tierra, que hay que rescatar y valorar
ResponderEliminar