Ciudad Piar, Estado Bolívar. (Foto
Compiani).
Y la justicia histórica borró las querellas y vela sus nombres como común patrimonio de gloria, dijo el Dr. Luis Villalba Villalba en su discurso
de orden pronunciado ante el bronce de Piar
Ciudad Piar, 06.04.68 (Especial.) Américo Fernández.
"Al Libertador y a Piar los hermanó la muerte; y la justicia histórica
borró las querellas y vela sus nombres como común patrimonio de gloria",
dijo el doctor Luís Villalba Villalba, Presidente de la Sociedad Bolivariana
de Venezuela, en su discurso de orden pronunciado ante un bronce de Piar
ofrendado por la Orinoco Mining Company al gobierno y pueblo de Guayana.
-: El bronce de Piar, héroe de la Batalla de San Félix, se erige en el
Centro Cívico de esta ciudad sobre un monumento de mármol con un alma de 1,75
metros de altura y se debe a las manos escultoras de Santiago Poletto
Lomberti, natural de Caracas y quien también modeló las estatuas del
Libertador y la del General Piar en Willemstand, Curazao.
La Gerencia de la Orinoco Minina Company acogió favorablemente la
iniciativa de la Sociedad Bolivariana de Venezuela para erigir un busto del
General Piar en Ciudad Piar, que junto con Puerto Ordaz son las comunidades
surgidas del hierro en la Guayana venezolana.
El Presidente de la Orinoco Mining Company, en un acto especialmente
programado con la participación de un grupo de personalidades de Venezuela y
Curazao, pronunció un breve discurso y a nombre de la empresa que dirige hizo
entrega a la comunidad de este monumento, "como homenaje al pasado y en especial
al hombre que con tenacidad y valentía luchó por esta región con la cual
estamos identificados e integrados ..."
El Presidente de la Sociedad
Bolivariana inició su discurso diciendo que la OMC "al rendir honor
a Piar se ha enaltecido a sí misma".
---No estamos ya en la hora de las desesperaciones y las batallas
sangrientas por el logro de la independencia de la Patria, sino de las
inquietudes constructivas y las batallas ideológicas y culturales por conquistar
para la República el puesto eminente a que tiene derecho en el seno de las
naciones civilizadas —expresó el doctor Luis Villalba Villalba.
El profesor Villalba habló de la desconfianza, incomprensiones y suspicacias
que se gestan en los períodos revolucionarios, del frenesí de las pasiones y de
"la punzante realidad de un mundo en que ni siquiera se subliman el
cerebro y el corazón, porque
la Humanidad no quiere sino aturdirse con los espasmos de la convulsión,
con el vértigo de los instintos y de los febriles vagidos del parto que
penetran hasta las entrañas".
—Es una humanidad que no quiere convencerse —continuó—de que no se
pueden aventar impunemente las esencias filosóficas y religiosas; y de que la vida
civilizada no es sólo producción y distribución de riquezas y pretensiones de
poderío, sino refinamiento y deleite espiritual, revelación auroral de
ideales con fuerza de advertencia.
Justificó las grandes decisiones del Libertador "en un medio
social recién salido del inicuo disfrute de la esclavitud, donde la violencia
andaba de bracero con la ignorancia y el fanatismo religioso, y donde la
habilísima y bien dosificada propaganda de los realistas se hacía de
prosélitos entre los individualismos anárquicos y la corrosiva altanería, de
los caudillos para que se entredevoraran y quedaran los causahabientes de la
monarquía usufructuando mansamente la administración de los dorados feudos
coloniales".
Dijo el Dr. Villalba que "suicidio habría sido en aquella situación
crítica, mientras los fu-sileros enemigos apuntaban al corazón de la patria, en
vez de la férrea disciplina para salvarse de la destrucción y yugular las
raíces nutricias de una tiranía secular, se toleraran no ya discrepancias sino
temeridades y hasta énfasis sibilinos y abiertos desafíos".
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