Ciudad
Bolívar, 15.5.70 (Especial).
Una anciana
guayanesa que ha tenido 16 hijos, 90 nietos, 110 biznietos, 60 tataranietos y
2 choznos, cumplió 109 años el domingo, Día de las Madres.
Cumpleañera
y madre fueron motivos dobles para que todo su vecindario, liderado por el
comerciante Angel Vélis Ponce, se declarara en fiesta animada en la propia casa
de doña Petra Pantoja. Estuvo llena de gozo la anciana, que hasta bailó un joropo
con Carmen Luisa, la esposa del Gobernador. No faltaron el Arzobispo, Monseñor
Crisanto Mata Cova y distinguidas personalidades que llevaron regalos a la
madre y cumpleañera. también una
serenata con valses del 800 fue llevada a la centenaria mujer por la Banda de
la Sexta División, y una emisora local —Radio Bolívar— trasmitió el acto.
Doña Petra
Pantoja es el ejemplar más recio de una familia longeva por línea materna.
Nació en el campo "La Tortuga", muy cerca de esta ciudad, y cuando
estaba en su ardor la Guerra Federal que acaudilló Ezequiel Zamora.
Tiene los
ojos claros y como azulados esta viejecita capaz todavía de enhebrar una
aguja. Lo dice ella misma con voz
fuerte y golpeada. Lo atestiguan su hija mayor. Eulalia, que
tiene 78 años, y piensa vivir tanto como su madre.
Doña Petra
Pantoja ha sobrevivido a 10 de sus dieciséis hijos, y asimismo a su esposo, Ramón Pantoja, quien murió de un derrame cerebral, a la edad
de 47 años.
Al pescado
de agua dulce, a la batata y a la leche, atribuye doña Petra Pantoja los poderes
que han influido tanto en su prolongada vida. Dice tener sólo dos vicios, el
café y el tabaco. Su mal más reciente fue la "Hong Hong". De su
casa, ubicada entre el Paseo Heres y la Avenida Maracay, camina a pie hasta Vista
Hermosa, que queda a dos kilómetros. Además, plancha, lava, y cuando una de sus
hijas se enferma, la ayuda en los menesteres de la cocina.
Doña Petra
Pantoja dice no saber leer ni escribir, y aduce que para su época no se conocían
escuelas en Guayana; si acaso una que otra para enseñar a los hijos de la gente
rica, sobremanera muchos alemanes y corsos que controlaban el comercio.
Que ella
recuerde, durante su juventud, un Preceptor de Escuelas ganaba 20 pesos al mes;
hoy se sorprende al oír que un maestro gana diez veces más, "Se lo
merecen —comenta—, aunque ahora no enseñan tanto como antes".
Para no
cansarla más, dejamos a la anciana estrenando la mecedora que le regalaron el
Día de las Madres y recibiendo muchos regalos y besos de quienes anhelan vivir
tanto como ella.
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