viernes, 8 de julio de 2016

Sería Mejor Regresar a la Condición de País Pobre, pero Honrado y Sobre todo libre


Dijo J. F. Reyes Baena con motivo de los 125 años del nombre de Ciudad Bolívar

Ciudad Bolívar. 2. 5.71 (Especial).
"Si nuestras riquezas naciona­les o regionales sólo sirven pa­ra incrementar las ganancias del capital foráneo, con las consiguientes limitaciones de nuestro verdadero desarrollo, sería mejor  regresar a la condición de país pobre, pero honrado y sobre todo libre, dijo anoche en un discurso el escritor y sociólogo J. F. Reyes Baena.
Reyes Baena pronunció su dis­curso en una sesión solemne de la Asamblea Legislativa, convo­cada expresamente para conme­morar los 125 años del nombre de Ciudad Bolívar. Antes esta ciudad se denominaba Angos­tura.
Dijo refiriéndose a Guayana, que el desarrollo no es el auge de la industrialización. No con­siste en el montaje de muchas fábricas y talleres, ni en el in­cremento del kilometraje de las autopistas, ni en el aprovecha­miento de determinadas fuentes de energía. Ni en la producción manufacturada de renglones co­mercializables. Ni en el índice de explosión demográfica,
—Hay desarrollo, o sea, salida del subdesarrollo hacia el desa­rrollo —set Ole— atiendo se cum­ple una política destinada a cambiar el modo de producción precapitalista, a procurar una mayor y efectiva participación del capital nacional, a realizar una dirección por parte del Es­tado, capaz de orientar una pla­nificación de signo inconfundi­blemente nacionalista. Y esto es así porque sólo de esta manera podemos asegurar una indepen­ciencia que garantice la autono­mía económica del país en todos los órdenes y en todas sus áreas de producción.
Cuando se habla del extraor­dinaria movimiento de una re­gión venezolana en virtud de que allí se abren nuevas fuentes de trabajo, se ensanchan o se fundan ciudades, se instalan plantas de procesamiento indus­trial, se aumenta el volumen de la construcción urbanística, lo que hay que preguntarse es con qué capital se hace todo esto, con qué tipo de participación de los trabajadores como fuerza de producción, en qué grado el Estado el que toma en sus nos el planteamiento, la orientación y la realización de los proyectos. Porque no es raro ver más bien todo en mano ex­tranjera, en manos de un capital usurero que si aparece movilizando la actividad económica de esa región, lo que hace es contribuir en el afianzamiento del predominio económico de consorcios internacionales.  En una palabra, lo que se desarrolla es el sub desarrollo o sea la dependencia, la obediencia, el sometimiento al capital extranjero.
El desarrollo no es entonces ni crecimiento, ni proceso, ni auge de capitales, ni industria­lización, en el sentido en que se entienden esas expresiones en el lenguaje ordinario. El desarrollo es liberación.
Sólo a la luz de esos crite­rios podríamos decir si Guayana está en la realidad en el cami­no del desarrollo auténtico. Y en qué medida contribuye así al de­sarrollo de Venezuela. Lo demás es espejismo. Pero un espejismo cruel. Porque produce esa visión de ciudades y pueblos en desen­volvimiento incontrolado. con mucha riqueza aparente y mu­cha pobreza real. Con miseria, analfabetismo, ausencia de ,ser­vicios sanitarios, escasez de edu­cación. delincuencia y prostitu­ción.
En otro capítulo de su discurso de 38 cuartillas, con duración de más de una hora y ante la Cámara en pleno y un selecto público encabezado por el go­bernador Manuel Garrido Men­doza, el doctor Juan Francisco Reyes Baena habló sobre la fan­tasmagoría de la riqueza fácil, de cómo Guayana ha pasado por muchas coyunturas de riquezas fantasmagóricas.
El oro, la sarrapia, el bala­tá, el hierro, el diamante, han sido billetes de lotería en el sor­teo gigantesco de la explotación universal. ¿Qué nos ha quedado hasta ahora? La leyenda, otra vez, de que hemos tenido mu­cho. La leyenda de una prospe­ridad que se diluye en la gene­rosidad del guayanés, en el azar de la economía nacional, en las garras del capital extranjero, del contrabando y de la explotación del hombre por el hombre.
Dijo que estos 125 años de su nombre deben' ser para Ciudad Bolívar la hora del balance y que para comprender la signi­ficación de esta fecha es nece­sario entender la historia como algo dinámico que no puede ser, y menos en esta tierra, el ex­clusivo relato del pasado.
-Los pueblos que inutilizan sus posibilidades en la exclusiva deificación del pasado, se hacen esclavos de una pasividad emponzoñada. A la inversa, los pueblos que aprovechan, el pasado, sin congelarlo en una nega­tiva petrificación, inspiran su aliento en lo más puro de sus anales y lo más hermoso de sus ejecutorias, se salvan de ser víc­timas de toda especie de colo­nización mental, de sojuzgamien­to cultural, de obediencia eco­nómica, de sujeción política.
Manifestó que la Historia de Guayana está colmada de pin­torescas leyendas multiformes; que ha sido Guayana un pue­blo agobiado por la leyenda y que a esa leyenda hay que darle un viraje distinto. En este sen­tido elogió el alto poder imagi­nativo e intuitivo del guayanés, su don de fantasía para realizar lo irrealizable, no por escape irresponsable, sino porque no concibe el fracaso.
Abogó entonces por una in­terpretación dialéctica de suer­te que se pueda utilizar ese mis­mo poder imaginativo esa mis­ma potencialidad intuitiva en una nueva interpretación de aquel capital legendario con que Guayana ha venido ocultando las verdaderas posibilidades de su geografía y de su historia.
REHABILITACION
DEL ORINOCO
El doctor Reyes Baena, en su largo discurso, hizo un enfoque sobre la rehabilitación del Ori­noco. Dijo que ni siquiera como río de los crepúsculos espectacu­lares ha 'podido servir el Ori­noco y que habría de sacarlo de la anonimia a que lo conde­nó la ociosidad en la cual se ha venido manteniendo. Habría que remodelarlo como vía de pe­netración interna, como camino de comunicación internacional, cómo canal de acarreo nacio­nal.
—E1 Misisipí —comparó—, con 25.000 kilómetros lineales, aca­rrea 200 millones de toneladas por afio. El Volga, con 12.000 ki­lómetros, 140 millones. Y el Rhin, de 8.000 kilómetros, 120 millo­nes. El Orinoco es, en cambio, la representación acuática del ocio, de la improductividad y de la destrucción, que es lo peor.
Estamos desaprovechando un cauce de más de 1.000 kilóme­tros, aparte de que lo canaliza­do no surte el rendimiento al cual podría ser destinado. La ramificación de los efectos del aprovechamiento del Orinoco po­dría alcanzar a cubrir un área de 10.000 kilómetros en una re­gión que carece de vías terres­tres. Al indicar esta situación, se ha apuntado, además, que esos 10.000 kilómetros estarían inscri­tos en una región que pasaría del medio millón de kilómetros cuadrados. De nada valen los argumentos de la competencia de las carreteras, del ferrocarril y del avión. Son recursos de co­municación y de transporte que cumplen funciones específicas y en nada estorban los proyectos que pudieran revitalizar el Ori­noco En  cuanto al ferrocarril, es ahora cuando hemos empeza­do a despertar para ver cómo es de cierto que sólo el afán de lucro del capitalismo internacio­nal puede frenar el desenvolvi­miento de otras vías que no sean el automóvil, el camión y los jets a propulsión. Es por ello por lo que adelantamos de una vez, que ninguna tentativa de transformación de Venezuela puede venir sino por la vía de la independencia económica y la autonomía política. Fuera de ese cuadro de nacionalismo efec­tivamente militante, no hay sino esclavitud y explotación imperia­lista.
La presentación del escritor guayanés y quien fue director de este diario durante seis años, es­tuvo a cargo de Humberto Fer­nández, presidente de la Legis­latura.




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