El Llamado Comandante Montenegro Trastrocó su personalidad de la Noche a la Mañana
¨ De hombre afable, cordial y dicharachero pasó a líder de partido y caudillo de montonera
¨ Su familia humilde recibió resignada la noticia de su muerte
Ciudad Bolívar, 10.12.70 (Especial, Américo Fernández)
José Grisel Somoza, mejor conocido como el “Comandante Montenegro” fue un ser que trastrocó su personalidad de la noche a la mañana, dicen sus familiares y allegados.
De hombre afable, franco, cordial y dicharachero pasó de repente a líder de partido y caudillo de montonera. Vivió mucho tiempo en esta ciudad oriqueña, Puerto Ordaz y Upata, donde nació. En estos tres lugares transcurrió en estos tres lugares transcurrió la mayor parte de su vida. Es decir, hasta los treinta años. Después fue un duro andar contra todo el orden establecido por la sociedad y el Estado.
Era casado con una maestra de primaria.
Procrearon una hembra que hoy día tiene 13 años, y tres varones menores. La maestra, un poco mayor que el, y la última vez que se vieron, vive y es nativa de esta ciudad. Hace seis año que vivía abandonada de el y la ultima vez que se vieron fue cuando falleció su madre Luis Somoza, una quincuagenaria últimamente enervada por la pesadumbre que durante siete años estuvieron abandonados las aventuras truculentas y desviadas de su segundo hijo.
Por que José Grisel era el mayor después de Cristóbal, a quien ayer vimos queriendo envenenar la pena con una y constantemente repetida dosis de alcohol. Los hijos de los esposos Grisel Somoza eran siete, 2 hembras y 5 varones, todos llevan vida normal y la oveja descarriada era José Grisel desde que tenía 25 años.
Antes de esta edad y desde que comenzó a sentirse adolescente quiso comportarse el más responsable y vigilante de la conducta de sus hermanos; no obstante, a decir de su esposa y hermano Cristóbal con quien conversamos ayer tarde, José grises era el hijo más locuaz, alegre y parrandero de la casa. Persona armoniosa, simpática, condescendiente, buen amigo y dador por excelencia, trastrocó de repente su personalidad y volvió impulsivo, renuente, combatido y anárquico.
Rosario, su esposa hoy viuda, una mujer morena, de 39 años de edad y semiindiada, recuerda que José Grisel comenzó a cambiar su manera de ser, luego de un serio accidente de tránsito.
Fue en 1959, vivía ella en esta ciudad y el ejercía como distinta práctico en “Castillos” (Puerto Ordaz). Cubriendo de retorno el trayecto a esta ciudad, su pequeño carro de manufactura europea un Hillman- sufrió vería en uno de sus reumáticos y volcó aparatosamente. José Grisel viajaba solo y sufrió fracturas en la clavícula izquierda, hematomas en la cabeza y otras lesiones que necesitaron hospitalización durante quince días.
Eran tiempos de euforia agitación política en Venezuela y en los que el entonces Vicealmirante Wolfang Larrázabal arrastradas multitudes delirantes en las calles.
José Grisel que para entonces contaba 25 años, era admirador de Larrázabal y esa admiración lo llevo posteriormente a afiliarse a URD donde militó como dirigente de Vanguardia Juvenil Urredista. Seccional de “Castillitos”. Ya se había recuperado físicamente del accidente y nunca antes había tenido actividad política este joven de escasa cultura (6º grado) y quien había sido fácil aprendiz de dentista al lado de su tío.
De repente el joven enamorado, alegre, dicharachero y cordial, se volvió audaz y con una chispa relampagueante en sus ojos. Activista consumado a toda hora inyectaba energía y espíritu de combate al movimiento juvenil urredista de Puerto Ordaz y siempre controló un buen grupo de jóvenes que llegó a plantearse serios problemas a URD.
Se erigió enemigo de la coalición de gobierno AD-URD-Copeí y prematuramente la combatió hasta el punto de ser expulsado ejecutivamente de una asamblea. Entonces se decía en URD que Somoza era un urredista que obedecía consignas del MIR. La juventud del MIR para 1961 era avasallante en Bolívar y José Somoza junto con otros vanguardistas se dejo absorber por esa corriente. En el MIR se ubica y se le señaló entres las células subversivas que incendiaban carros, bombas de gasolinas, etc. Cada vez que el MIR solía protestar contra determinada conducta de Gobierno de Betancourt.
Cuando el MIR y el PCV fueron ilegalizados, se organizaron el Bolívar al igual que en el resto de al República, grupos armados y los golpes de audacia de José Grisel comenzaron a sonar. Desde entonces parece seguir su remoquete de “Montenegro” como arrancado también de un golpe de audacia del antiguo reino balcánico o de aquel militar argentino del siglo pasado que intervino en la Guerra del Paraguay. De donde sea que haya sido arrancado ese nombre, lo cierto es que su sola mentón llegó a atemorizar últimamente a mucha gente de los llanos. El nombre del “Comandante Montenegro” que al principio fue difícil esclarecer que correspondiese a la identificación de aquel joven dentista que tanto buscaban obreros de Castillito cuando sufrían dolor de muelas, estuvo casi siempre ligado a la quema de bombas de gasolina, establecimientos y asaltos. Pero nunca fue posible que se le comprobase nada.
Un 2 de noviembre –Día de los Muertos- un Inspector de Policía lo detuvo por primera vez cuando rezaba sobre la tumba de un familiar.
José Grisel Somoza era católico, tomó la primera comunión, se caso por la Iglesia y frecuentaba la Capilla del Asilo de Ancianos para oír Misa y comulgar. De este deber religioso y de su esposa y de sus hijos se olvido José Grisel Somoza el día en que cambio los hierros de la dentistería por las armas de la policía. Lo que dice hoy la viuda Rosario, a quien encontramos desolada compungida ayer tarde en el domicilio de su maltrecha casa, la casa de su madre y donde un día –fiesta de cumpleaños – se conocieron el y ella y donde más tarde se cumplió la boda que después del ultimo vástago que hoy cuenta seis años, se fue desvaneciendo.
Nunca ganó el malhadado José Grisel lo suficiente para mudar a su esposa o comprarle una vivienda a su familia. Allí al rescoldo de sus suegros, vivió y procreó en medio de una pobreza cada vez más desconcertante. El sueldo de la humilde maestra a penas alcanzaba para alimentar a los niños y los honorario de el como empírico dentista acosado por los odontólogos profesionales, apenas alcanzaba para disipar en jarana y alcohol la ansiedad de sus problemas o para darle a todo el que por allí por castillito o Ciudad Bolívar pasara pidiendo. Porque como dice su viuda “Cheo daba hasta la camisa”.
Su primer día de hombre preso estuvo signado por los muertos. Quedó en libertad pero más luego se práctico una redada que lo condujo hasta el San Carlos. Estuvo escaso tiempo, pero entonces habrá de comenzar a sonar de veras el “Comandante Montenegro”, en los cuchitriles de la supervisión urbana, se le señaló de guerrillero, se le sindicó de asaltante, de gavillero, de asesino, de secuestrador, pero nunca se le comprobó nada. Contra el jamás un juez dictó sentencia. El día menos pensado se dijo que era agente del SIFA. Sus antiguos camaradas lo acusaron de delator. E l mismo José Grisel Somoza, la última vez que estuvo en Guayana –año y medio- le confirmó a su esposa que el era agente de SIFA, que había llegado a un acuerdo con el gobierno, que lo trataban bien. Fue el 7 de julio de 1969, en pleno velorio de su madre muerta. Su esposa en esa ocasión, muy poco
hablo con el y al día siguiente desaprecio fugazmente y sin despedirse.
-desde entonces no se de José Grisel. Hoy me informaron de la noticia de su muerte –dice Rosario de Somoza- sentada en el interior de su casa, junto a su padre que he venido de El Tigre, junto a su madre obesa blanca y apacible, frente a Cristóbal, el hermano menor de José Grisel y a quien es muy difícil penetrarle en su mutismo recargado de alcohol.
En la pobre casa hay una intensión de llanto que no estaba en su patio los hijos varones de Montenegro caracolean como si nada hubiese pasado. Están muy alegres que triste en su inocencia y aún cuando ellos lo pretendían, nos negamos a mostrarle a la gente el rostro estos niños huérfanos del amor de su padre, el padre que un día monto a caballo y se fue por los llanos y montañas a reclamarle a la sociedad lo que el creía que le debía.
El padre y la madre de la viuda Rosario la aconsejan que no insista ni valla a Calabozo a reclamar el cadáver de su esposo. “traerlo sería levantar una polvadera de curiosos, agudizar la pena y la miseria de esta casa, empeorar el trauma psíquico de los niños”.
Cristóbal nada dice ni replica, pero de repente se levanta y se dirige a la Comandancia de la VI División para ver si es posible para rescatar para la familia el cadáver del “Comandante Montenegro”, allí le dicen que se dirija el Ministerio de la Defensa.
Los familiares de Montenegro aparentemente no muestran gran interés por reclamar el cadáver y hacerlo llegar hasta esta ciudad. No obstante, asienta Rosario:
-Si lo traen será recibido y se hará todo cuanto se pueda para darle sepultura.
-Pero no lo van a traer –exclama un vecino recostado en el marco de la puerta –la radio ha dicho que el cadáver será exhibido públicamente y luego lo enterraran en el Llano.
El “Comandante Montenegro” fue acribillado en la orilla de un río y desde lo alto de un árbol en el Municipio Cazorla. Buscamos en el mapa que esta fijado en la pared en la casa de la maestra.
Exactamente, Cazorla esta en el paralelo 8 donde también se encuentra Upata, lugares donde el 23 de septiembre de 1935 nació José Grisel Somoza Comandante Montenegro. Su nacimiento y su muerte ocurren en lugares diferentes pero en la misma línea que da la vuelta a la tierra. Era hijo de un agricultor que murió diez meses después que la madre de José Grisel. No se sabe porqué José Grisel daba por muerto a su padre aún cuando sabía que estaba vivo. Rosario dijo que conocíó al padre de José, meses antes de fallecer. Ella porque se lo había dicho su esposo, creía que había muerto hace muchos años. Pero murió recientemente a edad septuagenaria y vivía en Guasipati.
Según los que conocieron de cerca de José Grisel Somoza (a) el Comandante Montenegro, especialmente su esposa, este hasta 1959 fue un individuo diametralmente opuesto a lo que percibimos durante la última década.
¿Es posible que un individuo trastroqué así su personalidad? Nos sintimos intrigados y se lo preguntamos a un psiquiatra amigo, Iván Cividanes:
-Los trastornos mentales como consecuencia de traumatismo cefálicos –explica amablemente- están descritos en la literatura universal. Nosotros en nuestra práctica clínica, hemos tenido ocasiones de observarlas en varias oportunidades. Varían en su monto de acuerdo al tipo y localización de la lesión, desde una neurosis grave hasta episodios sicóticos que tienen la característica de reincidir con bastante frecuencia. Los sujetos victimas de este trastorno postraumáticos, no escapan por otra parte, del influjo del medio y así como la gente normal se ve sometida a factores ansiosos, ellos con más razón son influidos por los factores ambientales. Los comprendemos en base de que ya ellos tienen una personalidad trastrocada, desequilibrada. De ese modo los choques psico-afectivos (muerte de la madre y el padre) habrían encontrado campo abonado. Predispuesto y sirvieron posiblemente como desencadenante de una reacción antisocial.
Muerte del Comandante Montenegro
El
7 de diciembre de 1970, murió acribillado en lo alto de un árbol, a la orilla
de un río del municipio Cazorla del Estado Guárico, el guerrillero bolivarense
José Grisel Somoza, mejor conocido como el “Comandante
Montenegro”.
Nacido en Upata el 23 de septiembre de
1935, murió a la edad de 35 años después de haber cursado hasta sexto grado, sacado muelas empíricamente en
Castillito de Puerto Ordaz y militado en las filas de la Vanguardia Juvenil
Urredista de donde fue expulsado y finalmente en el Movimiento
de Izquierda Revolucionaria (MIR) que lo catapultó al Llano y la Montaña como guerrillero
temible contra los Gobiernos de Betancourt y Leoni.
Vida azarosa la de este muchacho casado
con una maestra de escuela a quien se le trastocó la personalidad de la noche a
la mañana, pues al comienzo era afable,
cordial y dicharachero para luego quemar autobuses, incendiar bombas de
gasolina, desarmar policías y disparar en refriegas continuas contra los
infantes cazadores del gobierno. Américo
Martín lo recuerda en la montaña como guerrillero fiero capaz de atrapar la liebre
de un solo salto.
Nació en Upata de donde también era el
guerrillero Angelito Lanza, pero más fue el tiempo que vivió en Puerto Ordaz y
Ciudad Bolívar, extrayendo muelas como dentista práctico y también
incursionando en los partidos de la oposición como un inconforme radical contra
el estado de cosas. URD lo expulsó por
sus prácticas internas reñidas con la conducta democrática, pero el MIR lo
acogió con los brazos abiertos y lo entrenó y utilizó en las tácticas de
guerrillas con las que se pensaba debilitar al gobierno para un posible ascenso
al Poder alimentado desde Cuba.
Montenegro fue un resentido resistido
incluso a la apertura de la pacificación y murió como se temía, impactado por
las balas de los soldados que se cansó de burlar por los más remotos
escondrijos de los llanos y la montaña.
El 7 de marzo de 1967 había sido detenido en Ciudad
Bolívar. Era solicitado junto con Parmiño Villaroel (a) Comandante Juan Carpio,
Fructuoso Vivas y Dafne Guerrero de Vivas, acusados de actos terroristas.
Somoza, miembro del MIR, estaba sindicado
desde 1965, por haber despojado de su fusil FM-30 a un Guardia destacado en el
Mercado Periférico a raíz del secuestro de un avión de Avensa desviado a
Trinidad. Somoza fue detenido, juzgado y absuelto por un Tribunal de Guerra.
Los restos del Comandante Montenegro reposan en el Cementerio de Calabozo donde son
venerados por muchos llaneros que lo estimaban como benefactor. Sus donaciones
a los menos favorecidos le dieron fama por los caminos del llano y, cuando fue
traído muerto, se supo que había sido acribillado en el Alto Médano de Cazorla.
Los cuentos que han quedado del Comandante Montenegro
tienen mucho de camaradería. Se cuenta
que niños y ancianos eran muy queridos por el Comandante. Jugaba gallos y sus
amistades se contaban por centenares en todos los caminos del llano que cubría
a lomo del mejor caballo, galopando sin cesar.
Al Comandante lo llevaron muerto al aeropuerto y de
allí finalmente a la morgue del Hospital y Cementerio. Durante tres días
seguidos, su tumba fue vigilada por soldados. Nadie podía acercarse a rezar o
llevarle flores.
Todos quisieron acompañarlo a su última morada pero
las medidas de seguridad dejaron al cementerio aislado por completo. Personas
piadosas, amigas del Comandante, hacían cruces en la parte de afuera del Cementerio
y, ante esas cruces, rezaban por el alma de Montenegro. Al cuarto día se fueron
los soldados y entonces todo el pueblo fue hasta el Cementerio.