La Fiebre Amarilla, la Contaminación Sonora y el Contrabando Acaban
con los Monos de Guayana
Ciudad Bolívar, 18/6/76 (Especial).
La fiebre amarilla o vómito negro, la contaminación sonora y el contrabando
han venido acabando con los monos de la Guayana venezolana.
Si quedan colonias de cuadrúmanos deben estar en zonas selváticas remotas e inaccesibles toda vez que los monos no pueden vivir donde hay ruidos y
es evidente que las lanchas con motores fuera de borda que 'surcan los ríos, el tráfico constante de aviones y helicópteros, la explotación de los bosques y las "bullas" diamantíferas
han contaminado el ambiente de silencio que necesitan los primates para
poder vivir.
Cada cinco años se desatan en
la selva epizootias de vómito negro que fulminan tanto a los
indios como a los monos. Por eso suele decirse aquí que cuando un mono cae muerto de una mata, el indio se aterroriza e
inmediatamente
busca otros rumbos.
A su extinción contribuye el contrabando o tráfico ilegal a través de las fronteras con los países vecinos al estado Bolívar y Territorio Federal Amazonas. Exploradores y mineros han dado cuenta de curiaras cargadas de monos
tití, macacos, viuditas, araguatos y capuchinos. Los cazan con proyectiles
anestésicos y luego los encierran en jaulas transportables para ir a engrosar
que países vecinos venden a centros
científicos de Estados Unidos.
Los monos más solicitados por laboratorios del Norte, según nos informan amerindios que ocasionalmente viajan a esta ciudad, son el macaco y el ti-tí. El
primero, muy solicitado para los estudios
médicos en el campo de la polio y
otras enfermedades, lo pagan a 40
dólares y a 23 dólares; ell Tití
destinado a las investigaciones sobre
el corazón y endurecimiento de las arterias.
Asimismo el Tití es solicitado para tenerlo de ornamento en -Its. casas. En esta ciudad
hay hogares que exhiben un tití encadenado al árbol más frondoso de la casa o en algún sitio que
pudiera
ser vulnerable por los cacos, pero generalmente mueren de tristeza o hay que
matarlos porque se vuelven rabiosos y atacan. El año pasado, cerca del Puente Las Campiñas, un U-tí
rompió el cordel y atacó mortalmente
a un recién nacido que dormía
plácidamente en su hamaca. (AF)